sábado, 26 de marzo de 2011

Una visitilla al pasado

Hoy por la mañana fuí a ver la rectoral de la parroquia de Villagrufe con un posible comprador. La apariencia externa es buena, aunque se descubre que el tejado está en una situación un tanto penosa.

Nos abrimos paso entre los matos que crecieron en la entrada para llegar hasta la puerta de entrada. Abrí la puerta y automáticamente fue como hacer un viaje en el tiempo 100 años atrás. No es que hubiese muebles, que no había más que los malos que se fueron dejando, ni por la pintura de las paredes que era el típico blanco ya sucio por el paso del tiempo. Fue todo: la estructura, el ambiente, las vistas, y sobre todo los detalles.

Se nota cuando en una casa ha vivido un cura por cómo quedan las cosas: un salón hermoso con un ventanal abierto al monte desde el que se ve en primera fila la iglesia parroquial y el cementerio, con un viejo sofá orejero colocado en frente del ventanal. Me pude imaginar perfectamente al cura sentado en el sofá contemplando llover sobre el valle, a la vez que leía un libro en esas tardes interminables de invierno.

Al entrar, a la derecha, un pequeño despacho con un escritorio antiguo y una silla de madera. Aún se oye en el recuerdo el llamar de la señora al cura mientras este escribe con su pluma una partida cualquiera en el libro parroquial.

Justo detrás del despacho la habitación, con un armario y una estantería llena de boletines atrasados de la diócesis, que seguramente leía por la noche antes de acostarse.

Y así cada rincón de aquella casona...

¿Nostalgia?... quizá, pero más que por la casa o por el cura, por una época en que todo parecía más sencillo y los curas vivían pegados a la tierra, a la parroquia y a la gente.
Ahora parecemos una mezcla entre comerciales de sacramentos y visitadores religiosos, que están en todas partes pero sin compartir nada con nadie. Abarcamos zonas amplísimas y la gente siempre nos pregunta que dónde estamos que no se nos vé el pelo; y yo siempre doy la misma respuesta:
"Pues en el coche señora!!!, vivo en el coche!!!"


Espero que llegue el día en el que yo también pueda sentarme tranquilamente a contemplar mi parroquia, pequeña o grande, y a compartir con mi gente una tarde, un café o una partida.

De momento toca marchar para Cibuyo, y después salir zumbando para Pola de Allande, para volver luego a casa y seguir preparando las clases para el lunes.

Algún día....

J.

2 comentarios:

  1. Me encanta esta entrada, por un momento he estado paseando por esa casa contigo. Las casas viejas también me producen esa sensación de nostalgia y de querer imaginar como sería la vida de las personas que las habitaban....

    Como sabes me parece genial la idea de este blog, aunque no se donde sacarás tiempo para dedicarle, con tantas clases, parroquias, y demás historias... para mi eres un ejemplo y gracias a ti sigo creyendo en que "dentro de tu colectivo" todavía queda gente que merece mucho la pena, y que lucha día a día en pequeñas parroquias, alejadas entre sí.... para ayudar y para apoyar a la gente... es de lo que se trata a fin de cuentas.

    Te mando un abrazo enorme, y todo mi apoyo para este nuevo blog, que sin duda seguiré con entusiasmo.

    Tenemos pendiente un café, sea en Pola o en Cangas o con un termo en un cruce de caminos (por el estrés que arrastras de una parroquia a otra jajaajj)

    Vane.

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  2. Aunque no es mi zona, en Ibias la situación del párroco es parecida. Me ha encantado la descripción que das de "comerciales de sacramentos y visitadores religiosos". Lo de "vivir como un cura" me temo que queda para otros... Ánimo!

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